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Después de cuatro décadas de anticipación, Disney finalmente ha terminado una de sus sagas más influyentes y visionarias: Tron. El 10 de octubre, llega a los cines Tron: Ares, la tercera y última entrega de una trilogía que comenzó en 1982 y que revolucionó la manera en que el cine representaba los mundos digitales.
La historia comenzó con Tron, una película adelantada a su tiempo que, aunque no logró gran éxito comercial, se convirtió en un clásico de culto gracias a su uso pionero de gráficos generados por computadora (CGI). En la película original, Jeff Bridges interpretó a Kevin Flynn, un programador atrapado en un mundo virtual controlado por una inteligencia artificial. Con un presupuesto de 16 millones de dólares, Tron recaudó poco más del doble, pero su impacto perdura hasta el día de hoy.
En 2010, casi tres décadas después, Disney revivió la saga con Tron: Legacy. Dirigida por Joseph Kosinski y protagonizada por Garrett Hedlund y Olivia Wilde, la secuela presentó a Sam Flynn, el hijo de Kevin, quien se adentra en un nuevo y peligroso mundo digital. Con un presupuesto de 170 millones de dólares, Tron: Legacy recaudó cerca de 410 millones de dólares a nivel global, consolidando la franquicia y su legado.
Ahora, tras 15 años de espera, Tron: Ares llega con Jared Leto como uno de sus grandes alicientes. El actor interpreta a Ares, un sofisticado programa que cruza la frontera del mundo digital para invadir la realidad. La amenaza: los agentes del sistema han comenzado a atacar nuestro mundo. El giro: es la primera vez que la humanidad se enfrenta a una IA nacida en el código digital. Además de Leto, el reparto incluye a Greta Lee, Evan Peters y Gillian Anderson. Con una mezcla de acción, reflexión sobre la digitalización y un despliegue visual impresionante, Tron: Ares no solo pone fin a la trilogía, sino que también plantea una nueva perspectiva sobre la relación entre los seres humanos y las máquinas.
Aunque la secuela fue anunciada en 2010, el proyecto pasó por numerosos altibajos, cancelaciones y reinicios, llegando a considerarse casi un "reboot". Sin embargo, con Kosinski nuevamente a la cabeza, y con el regreso de Wilde y Hedlund, Disney está a punto de concluir una historia que ha tardado 42 años en materializarse. El resultado: una de las películas más esperadas del año, que podría incluso dar pie a nuevas exploraciones dentro de este universo.
Fuente: AS