Mujeres que marcaron un antes y un después en la ciencia de México

Redacción

 

Mosaico

Si la ciencia en México tuviera un ADN, sin duda estaría marcado por los nombres de tres mujeres excepcionales que abrieron caminos en un mundo donde la excelencia y la investigación son la meta: Ana María Cetto, Feggy Ostrosky y Esmeralda Matute. Estas mexicanas no solo desafiaron las barreras de género y las expectativas sociales, sino que dejaron una huella imborrable en sus respectivos campos de estudio.

Ana María Cetto: Rompiendo barreras en la física

Ana María Cetto hizo historia al convertirse en la primera mujer en obtener un doctorado en Física en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Desde pequeña, su curiosidad insaciable la llevó a explorar el mundo a través de la ciencia. Aunque inicialmente quería estudiar Geología, una carrera que no existía en su época, optó por Física, donde también destacó. A lo largo de su formación, sus compañeras de estudio abandonaron el camino, pero Cetto persistió.

Su pasión por la ciencia la llevó a Harvard, donde vivió la tensión de la Guerra de Vietnam, un período de alta competencia académica y grandes desafíos. "No compartían conocimientos por miedo a ser enviados a Vietnam", recordó Cetto sobre sus años en la universidad estadounidense. Regresó a México en 1971 y se convirtió en la primera mujer mexicana en obtener un doctorado en Física. Su carrera se consolidó con su nombramiento como la primera mujer en ocupar el cargo de Directora General Adjunta del Organismo Internacional de Energía Atómica de la ONU, un logro que enfrentó la resistencia debido a su género. "¿Cómo una mujer? ¿Usted cree que podrá con ese cargo?", cuestionaron algunos al principio, pero su capacidad profesional habló por sí sola.

Feggy Ostrosky: Una pionera en neurobiología

Feggy Ostrosky es una de las voces más influyentes en el estudio del cerebro humano en México. Con dos doctorados, uno en Estados Unidos y otro en Biomedicina por la UNAM, Ostrosky ha dedicado más de 45 años de su vida a la investigación. Su trabajo en la neurobiología de la violencia y el análisis de los perfiles de criminales notables, como la asesina serial Juana Barraza y Daniel Arizmendi, ha dejado una marca indeleble en el campo de la neurociencia.

A lo largo de su trayectoria, Ostrosky también ha tenido que enfrentar los retos de ser madre y científica. A pesar de la "culpa materna" que muchas mujeres experimentan, encontró formas de equilibrar su carrera con su vida familiar. "Amamantaba a mis hijos durante nueve meses y los llevaba conmigo al trabajo", compartió en varias ocasiones. Con su incansable dedicación y una mente brillante, ha sido un referente para futuras generaciones de científicos.

Esmeralda Matute: Investigación sobre el Alzheimer y el lenguaje del cerebro

Originaria de Guadalajara, Esmeralda Matute fue la primera mujer en México en obtener un doctorado en Neuropsicología. Su enfoque investigativo se ha centrado en la relación entre el lenguaje y la cognición, pero su trabajo más reciente sobre el Alzheimer de Inicio Temprano en los Altos de Jalisco ha tenido repercusiones a nivel mundial.

Su pasión por la investigación se despertó casi por accidente. Durante una reunión familiar, escuchó sobre un doctorado y decidió que también lo haría. A pesar de la incredulidad de quienes la rodeaban, Matute persiguió sus sueños y viajó a París en 1976, donde inició una carrera académica que la llevaría a realizar innovadores estudios sobre personas analfabetas con daño cerebral unilateral.

A lo largo de su carrera, Matute también enfrentó desafíos en su vida personal. En 1984, debía presentar su tesis en París, pero estaba esperando a su segundo hijo. Decidió adelantar su examen de tesis y trabajó sin descanso para lograrlo. "No me voy a jubilar, porque amo mi trabajo", afirmó Matute recientemente, reafirmando su compromiso con la ciencia y su legado.

Ana María Cetto, Feggy Ostrosky y Esmeralda Matute son tres ejemplos sobresalientes de cómo las mujeres mexicanas han superado obstáculos en el mundo de la ciencia. Con tenacidad, pasión y dedicación, han logrado abrir caminos, contribuir al conocimiento y demostrar que la ciencia no tiene género. A través de su trabajo, continúan inspirando a nuevas generaciones de científicas y científicos en México y en el mundo.

Fuente: Milenio