El próximo 12 de octubre, el Partido Liberación Nacional (PLN) celebrará su 73° aniversario en medio de una profunda crisis interna que definirá su futuro. La Asamblea Nacional de esa fecha será crucial, ya que en ella se debatirá el destino de una agrupación política que ha dominado la escena política costarricense por décadas, pero que ahora enfrenta serios desafíos.
En las redes sociales, se ha evidenciado una vieja pugna entre el secretario general del partido, Miguel Guillén, y el presidente, Ricardo Sancho, la cual ha ganado fuerza en los últimos días. Guillén aboga por la salida de figuras clave del Directorio Político como Antonio Álvarez, Johnny Araya y José María Figueres, a quienes responsabiliza por las tres últimas derrotas electorales del PLN. En contraste, Sancho defiende la necesidad de atraer a los liberacionistas que han abandonado el partido, con el lema “hay que barrer para adentro, no para afuera”.
Lo cierto es que, según estudios recientes de encuestadoras como el CIEP de la Universidad de Costa Rica y Demoscopía, la relevancia de los partidos políticos ha disminuido para los costarricenses. Ahora, los candidatos son más importantes que los partidos. Además, un dato preocupante para el PLN es que la mitad de los costarricenses asegura que "jamás votaría por Liberación Nacional". Esta percepción ha erosionado significativamente las posibilidades electorales del partido, reduciendo su apoyo a la mitad del electorado.
De cara a las elecciones de 2026, ya se han presentado cuatro precandidatos liberacionistas: los actuales diputados Carolina Delgado, Gilbert Jiménez y Óscar Izquierdo, junto con Enrique Castillo, ex canciller de la República. Todos ellos enfrentan el desafío de superar la desconfianza que pesa sobre el PLN, lo que requerirá cambios profundos que respondan a las demandas de los votantes.
Se espera que, en los próximos días, algunos miembros clave del partido presenten su renuncia en un intento por abrir espacio a nuevos liderazgos. Enrique Castillo ha ido un paso más allá, pidiendo la renuncia del Comité Ejecutivo. En un comunicado al que tuvo acceso Sufragio, Castillo afirmó: "Renunciar, lejos de ser una derrota, es un acto de profunda responsabilidad y honor. Es, además, una muestra de respeto hacia uno mismo y hacia la organización, que hoy más que nunca clama por una renovación".
El destino del Partido Liberación Nacional pende de un hilo, y los próximos días serán determinantes para definir su papel en el futuro político de Costa Rica.